Un estudio sobre ansiedad y TEA encontraba que un 39,6% de los individuos con autismo tenían al menos un trastorno de ansiedad. Los tres tipos más comunes de estos trastornos eran los siguientes:

1)     Fobia específica (29,8%)

2)     Trastorno obsesivo-compulsivo (17,4%)

3)     Trastorno de ansiedad social (16,6%)

 El meta-análisis revelaba que factores como la edad, el subtipo de TEA, el cociente de inteligencia (CI) e incluso la forma de evaluar la ansiedad (usando un cuestionario o una entrevista) influían en el tipo y gravedad del trastorno de ansiedad. Como ejemplo, las personas con menor CI tenían mayores niveles de ansiedad y mayores niveles de trastorno de ansiedad social. La conclusión era que los trastornos de ansiedad en personas con TEA pueden no ser diagnosticados y permanecer sin tratamiento.

En principio, los niños con autismo expresan su ansiedad o nerviosismo de la misma manera que los niños normotípicos. Frecuentemente también por los mismos motivos, por ejemplo la ansiedad causada por tenerse que separar de los padres para ir a la escuela o a un campamento de vacaciones o los problemas que surgen con los deberes, los compañeros, los maestros… Otro tema que agobia mucho a los niños son los problemas de salud, pensar si va a ir todo bien, cómo les va a afectar en su vida cotidiana, con sus compañeros, incluso plantearse cuál va a ser su futuro. No es extraño que para los niños con autismo la respuesta sea aún más intensa porque por un lado son especialmente afectados por la ansiedad social, el miedo ante la irrupción en sus vidas de nuevas personas y de nuevas situaciones y por otro, tienen a menudo dificultades para identificar y/o expresar qué es lo que les está angustiando.

El estrés y la ansiedad surgen de maneras diferentes. Puede haber manifestaciones físicas (sudoración, tensión muscular, dolores de cabeza o de estómago, taquicardia…) y también psicológica. Una respuesta frecuente a las situaciones de estrés o ansiedad de los niños con autismo son las acciones repetitivas, muchas de las cuáles no tienen una función clara, como puede ser romper papeles o rasgar algún tejido. También se han encontrado niveles de ansiedad superior a la media en los hermanos de un niño con autismo, en particular en los chicos.

Muchos niños con un TEA tienen dificultades de expresión verbal. Por eso, es importante tener en cuenta estas reacciones extemporáneas, no caer en una dinámica de acción-reacción que aumente esa sensación y explorar qué es lo que puede estar causando esa ansiedad o ese estrés. Debido a que esa tensión no se verbaliza, algunos investigadores consideran que los síntomas físicos de la ansiedad son especialmente marcados en las personas con un TEA.

Además de los fármacos, que siempre tienen efectos secundarios, la herramienta más usada para atajar los problemas de ansiedad es la terapia congnitivo-conductual. Este aprendizaje no consiste en un vínculo asociativo entre estímulos y respuestas sino en la formación de relaciones de significado personales, esquemas cognitivos o reglas. Se usa con buenos resultados en niños que tienen al menos algunas habilidades verbales. El primer paso en esta terapia es enseñar al niño a identificar el sustrato de sus miedos. Por ejemplo, un niño que tiene un ataque de ansiedad cuando su mamá le deja en el cole puede temer que la separación sea definitiva y que nunca va a volver a verla. Una vez identificada la raíz del problema, el terapeuta puede guiar al niño para que vaya desmontando esa ansiedad enfrentándole a las evidencias disponibles.

Una vez terminada la fase de identificación se suele entrar en una fase de afrontamiento. La idea es que cada niño se enfrente a sus miedos poco a poco, paso a paso. Por ejemplo, si el niño tiene pánico ante la supuesta separación con su madre, el terapeuta puede pedirle que esté en una habitación separado de su madre durante un minuto. Cuando su madre vuelve, el niño reafirma que no ha pasado nada, que estaba bien. El terapeuta entonces va aumentando el tiempo de separación de la madre lo que va reforzando al niño a tranquilizarse, a ir apagando su ansiedad y a sentirse protegido y seguro.

La base de la terapia cognitiva-conductual es bien conocida, se usa para niños con problemas muy diferentes y parece ser más eficaz para el tratamiento de la ansiedad que otras aproximaciones. Una ventaja final es que los familiares pueden seguir estas sencillas técnicas en casa, siempre bajo la guía de un profesional, y aumentar así su eficacia y al aumentar las “sesiones” disminuir sensiblemente el tiempo de intervención. Como en cualquier otra persona, la gravedad de la situación puede hacer necesario el empleo de fármacos, ansiolíticos, pero muchos casos leves pueden afrontarse con terapias psicológicas e incluso los más severos, pueden beneficiarse de terapias complementarias basadas en el trabajo del psicólogo.

 
En la intervención terapéutica para el autismo hay mil y un sistemas. Desde totalmente exóticos a los muy tradicionales. Desde los que funcionan en todo el mundo y los que solo funcionan en algunos casos. Para poder saber si un sistema es realmente eficaz o no, se realiza un estudio y se evalúa la eficacia del mismo. En este caso se ha evaluado de forma intensa la intervención para el autismo basada en el tratamiento de Cámaras Hiperbáricas y este es el resultado del estudio “Controlled Evaluation of the Effects of Hyperbaric Oxygen Therapy on the Behavior of 16 Children with Autism Spectrum Disorders” llevado a cabo por Bryan Jepson y colaboradores.

En el caso que nos ocupa, la literatura científica sobre este tema era o escasa o de baja calidad. Para disponer de un estudio serio, el equipo de investigación seleccionó a 16 participantes con Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) diagnosticado, y examinó el efecto de 40 sesiones de oxigenoterapia hiperbárica con un 24% de oxígeno a 1,3 ATM.

Antecedentes:

Este tipo de terapia se viene usando desde hace décadas en el tratamiento de personas afectadas por descompresión (Submarinistas), intoxicación por monóxido de carbono, injertos de piel, algunos tipos de lesiones cerebrales, parálisis cerebral en incluso en la esclerosis múltiple. Este tipo de intervención mejora la hipoxia, edema cerebral o mejora parcialmente el metabolismo cerebral. No obstante, en casos como parálisis cerebral, los estudios publicados hasta la fecha no presentan una mejora más allá de un puro efecto placebo.

En el caso de los TEA, hay diversos estudios que reportan que existe un menor nivel de flujo sanguíneo en algunas regiones del cerebro de estas personas. Algunos autores teorizaron sobre que este estado de hipoxia podía ser mejorado en base a la oxigenoterapia hiperbárica. A su vez, casos reportados de inflamación cerebral o del aparato digestivo se teorizaba igualmente que este tratamiento podía ser eficaz. El Dr. Dan Rossignol -a su vez padre de dos niños con autismo-presento diversas hipótesis y estudios sobre la eficacia de este tipo de intervenciones. No obstante los estudios que llevó a cabo tenían poca evidencia y fuerza, el grupo era pequeño y el sistema de control y medición poco preciso.

En el 2008, el Dr. Lerman y colaboradores realizaron un estudio sobre tres niños. Solo uno de ellos mostró mejoría en la comunicación, otro mejoró levemente sus conductas aunque estas empeoraron nuevamente tras finalizar las sesiones. Se estima que la mejora de la conducta durante las sesiones no estaba ligada a la oxigenoterapia hiperbárica en sí, sino a el cambio de rutinas y la menor presión sobre el niño.

En el 2009, Rossignol llevó a cabo un nuevo estudio con doble ciego, pero no existió un consenso sobre si los cambios apreciados se debían realmente a la intervención o a otros factores.

En el 2010, el Dr. Granpeesheh y colaboradores no pudieron tampoco demostrar que el tratamiento produjese una mejora significativa en los participantes del estudio.

En base a los antecedentes citados, el equipo de Jepson llevó a cabo un nuevo estudio, con un mayor número de participantes y un mayor rigor en todo el proceso, desde la selección de los participantes hasta el análisis posterior de los datos obtenidos.

Los criterios de inclusión para los participantes fueron los siguientes:

(a) Un diagnóstico de Trastorno del Autismo, de Trastorno Generalizado del Gesarrollo no especificado (TGD ne), o Síndrome de Asperger,

(b) entre 2 y 10 años de edad

c) ningún cambio en el régimen de tratamiento médico o régimen dietético durante 6 semanas antes del estudio,

(d) el acuerdo de médico a abstenerse de modificar los regímenes de tratamiento durante el curso del estudio.

Dos participantes fueron excluidos de la inscripción en el estudio debido a un historial de la actividad convulsiva.

De los 20 candidatos iniciales, uno de ellos dejó el estudio tras 19 sesiones debido a un incremento de las estereotipias y disminución del lenguaje. Dos más fueron excluídos por imposibilidad de asistir a todas las sesiones y uno más por no poder confirmarse el diagnóstico. La edad media de los participantes fue de 5 años y 9 meses. De los cuales 11 tenían un diagnostico de Autismo (10 varones y una fémina), 4 un diagnóstico de TGD ne (todos varones) y un varón más con Síndrome de Asperger. Todos ellos fueron previamente evaluados para poder disponer de un modelo comparativo.

Los resultados del estudio son claros: No se han encontrado beneficios significativos ni efectos positivos. Teniendo en cuenta el elevado costo y los resultados de estudios previos y los de este mismo, no podemos recomendar el tratamiento basado enoxigenoterapia hiperbárica para su intervención en los TEA.

 
El proyecto “Acción COST-Mejorar el Estudio Científico de Autismo a Edades Tempranas (ESSEA)” , financiado por laFundación Europea de la Ciencia (ESF) , ha iniciado una encuesta para ciudadanos que vivan en el estado Español para recopilar datos estadísticos sobre la intervención de niños y niñas con un Trastorno del Espectro del Autismo menores de 6 años. Esta es una encuesta abierta y anónima que pretende obtener datos sobre la calidad de la atención y poder así mismo ofrecer un mapa correcto sobre la realidad actual. El citado proyecto se está llevando a cabo en 21 países europeos y está coordinado por Tony Charman del Reino Unido. Los miembros de equipo responsable del mismo en España son: Patricia García PrimoManuel PosadaGerardo Herrera ; Ricardo Canal y Joaquín Fuentes. Sin duda algunos de los mayores especialistas sobre Trastornos del Espectro del Autismo del Estado Español.

Las revisiones previas que se han llevado a cabo sobre el tema en un contexto europeo indican que no existen datos sistemáticos sobre los tipos de intervención disponibles para los niños pequeños con autismo en los diferentes países. Lo más preocupante es que tampoco se conoce lo extendidos que están en Europa los llamados tratamientos “alternativos”, que incluyen enfoques para los que no hay en absoluto evidencia de que sean beneficiosos e incluso algunos que pueden ser perjudiciales.

Por estas razones en uno de los grupos de trabajo se ha decidido poner en marcha un estudio cuyo propósito es recopilar información sobre el tema de los tratamientos en edades tempranas. En el estudio, basado en una encuesta, se pide a los familiares de niños con autismo de hasta seis años, que respondan a un breve cuestionario a través de internet. Este cuestionario incluye preguntas acerca de los tipos de servicios de tratamiento y educativos que reciben en la actualidad, incluidos los prestados por servicios de salud, guarderías y centros de educación infantil, así como tratamientos alternativos o complementarios.

Es obvio el elevado interés que para las familias residentes en España que esta encuesta tiene. Desde Autismo Diario recomendamos efusivamente a las familias que participen en la citada encuesta, apenas se emplean 15 minutos para completar el formulario y es totalmente anónimo. Si usted tiene un hijo de menos de 6 años con un diagnostico de Trastorno del Espectro del Autismo y reside en el Estado Español, tiene la oportunidad de participar en esta encuesta que está disponible en la siguiente dirección:

www.surveymonkey.com/s/COST-SPAIN

 
El pasado 3 de Mayo se publicó en la revista “Epidemiology” un interesante estudio llevado a cabo por el epidemiólogo Irva Hertz-Picciotto y colegas. En este estudio se revisaron los registros de nacimientos de alrededor de 6.604.975 millones de niños nacidos entre 1990 y el 2002 en California (EE.UU.). Estos datos, se cotejaron posteriormente con los registros del “California Department of Developmental Services” para poder identificar el número de casos de niños que habían recibido un diagnóstico de autismo.

En base a este cotejo de datos y posterior análisis, el equipo de investigación encontró que los niños concebidos en Diciembre, presentan una probabilidad de un 9% más de riesgo de desarrollar autismo. Un 8% más para los concebidos en Enero y un 12% más para los concebidos en Febrero y un 16% más para los concebidos en el mes de Marzo. Todos ellos en comparación a los concebidos en el mes de Julio. En promedio, concebir un niño en invierno eleva un 6% el riesgo de que el niño pueda desarrollar autismo.

Una de las posibles explicaciones al resultado del estudio, podría estar relacionado con factores ambientales durante los primeros meses del embarazo. Ya que la exposición a pesticidas o agentes alérgicos durante el período de los primeros mese de embarazo es más elevado en esas fechas. Sin ser un informe definitivo, si nos da algunas pistas sobre las causas posibles que elevarían las posibilidades de que un niño pueda desarrollar este tipo de trastornos.

 
Filósofos, antropólogos, biólogos, evolucionistas se preguntan qué hace al ser humano. La lengua es una de las características distintivas para muchos, si bien algunos afirman que compartimos esta facultad con los animales. Yo creo que no. Tienen capacidad simbólica, pueden expresar estados, sentimientos o incluso situaciones: la abeja que informa con su vuelo sobre un precioso botín. Se expresan siempre por un fin primario, de supervivencia. No así la lengua que es en sí misma un fin. Nadie como Lázaro Carreter lo supo decir, en la conferencia inaugural del homenaje a Quevedo el 10 de diciembre de 1980. «Y es que él (Quevedo) halla estímulo en las palabras concretas para que su mente se arroje? y (así) obedecer asociaciones y sugerencias dentro del sistema lingüístico mismo? y a la inversa, que excitado su espíritu por cualquier estímulo? va directamente a un vocablo, a una acuñación en cuya entraña vive potencialmente lo que quiere decir?». 

La lengua es a la vez la materia del pensamiento y el origen de él. Sin embargo, algunos psicolingüistas, como Pinker, creen que pensamos con un sistema de representaciones cuya gramática es más laxa, que permite asociaciones rápidas que él llama el «mentales». Me pregunto si es esa la forma que tienen de pensar los sordomudos. Hay testimonios de algunos, rescatados en el siglo XIX de su silencio con el lenguaje de signos, que explican que habían creado un universo donde visualizaban valores espirituales y conceptos abstractos. Quizá sea la forma que tienen de pensar los animales que en el ser humano se sofisticó y dio lugar a la lengua. O al revés: Somos humanos porque somos lengua. El verbo se hizo carne. 

Los trastornos de la lengua más importantes son las afasias: pérdida de la capacidad de expresar lo que se piensa o de poder entender lo que se dice, incluso lo que uno mismo genera de manera caótica. 

Si España es una nación de naciones, el cerebro es un órgano de órganos. Como tantos otros, éste también es doble, unidas sus partes por un cableado llamado cuerpo calloso. Los órganos cerebrales no tienen una unidad territorial tan clara como los corporales, de todas formas, se pueden identificar áreas en las que reside, o son necesarias, para ciertas funciones. La lengua vive en el hemisferio izquierdo prácticamente en todos los diestros y en un 70% de los zurdos. Hay dos áreas próximas entre sí y a las zonas motoras cuya lesión produce los dos tipos de afasia más comunes. Llevan el nombre de los científicos que las describieron: Broca y Wernicke. Su comportamiento nos ayuda a comprender la complejidad del habla.

Los pacientes que sufren afasia de Broca, parece que pueden pensar, en su cabeza se forman las palabras pero la interfase con el sistema sensoro-motor no funciona bien de manera que las cadenas de palabras que se expresan verbalmente no representan las que se forman en su cabeza o pudieron haberse formado como consecuencia del pensamiento. Dicen cosas inexactas, incomprensibles, con rara prosodia y a veces con mala articulación, de ahí que diga que fracasa el sistema sonoro -que oye el ruido del pensamiento- y el motor -que trasforma en sonidos articulados ese ruido-. El que la gramática -a veces se construyen frases al modo del habla infantil- esté alterada quizá indique que el trastorno afecta a la raíz de la formación de la lengua. La comprensión puede estar bastante conservada, el sujeto quiere expresarse, no puede y el saber que no lo logra es frustrante. Eso unido a que todo su hemicuerpo derecho está paralizado le puede hacer infeliz.

En la otra gran afasia, de Wernicke, ocurre casi lo opuesto: el sujeto habla, construye frases como las que hubiera gustado hacer a un simbolista, exentas de sentido, con neologismos y raras paráfrasis. Se llama sensitiva, en oposición a la otra que se llama motora, porque parece que no entienden lo que se les dice y naturalmente, no se dan cuenta de la jerga en la que se expresan. En este caso lo que creo que está más afectado es el módulo semántico. El mecanismo de la lengua funciona pero se ha perdido la conexión que permite que cobren significado las palabras que entran en la mente desde el exterior. También en la producción de palabras, a partir del pensamiento, se ha roto el vínculo y no hay relación entre el pensamiento y la lengua. 

La pregunta, que me vengo haciendo en esta nota es si la integridad de las áreas lingüísticas es necesaria para pensar y razonar. «El poder divino de la mente puede existir sin el cuerpo», decía Descartes en «Meditaciones». Este dualismo está enraizado en nuestras creencias. Sin embargo, dado que la mente reside en el cuerpo y que las lesiones cerebrales la afectan, los daños cerebrales repercutirán en el pensamiento. E independientemente de si existe el «mentales», las afasias tienen necesariamente que poner en peligro de forma especial la función de pensar.
 
El autor Alfredo Ardila decidió publicar hace unos años esta obra de forma libre y gratuita.

El Dr. Alfredo Ardila es un eminente neuropsicólogo colombiano residente en la Florida (USA), ampliamente conocido en los círculos académicos por su extensa bibliografía.

A continuación, el mensaje que difundió el autor para la publicación y divulgación del ebook:


“Luego de explorar diferentes posibilidades editoriales, decidí publicarlo en Internet y convertirlo así en un libro de acceso público.

El lector puede sentirse en completa libertad para bajarlo, imprimirlo, y utilizarlo en la forma que considere más conveniente. De hecho, espero que pueda ser utilizado ampliamente como texto en la docencia y como guía en la actividad clínica a través de toda Latinoamérica y España.”

Si lo considera conveniente, por favor, siéntase en libertad de colocarlo en la página de Internet de su institución, o de hacer el uso que considere más conveniente de él. Bien puede utilizarlo como texto en sus cursos, como libro de consulta, imprimirlo, distribuirlo, etc.

El libro tiene aproximadamente 250 páginas”.

Haciendo clic en la palabra libro podrá visualizar el libro en línea y leerlo:

Libro
 
La afasia es una gran desconocida. Haz la prueba preguntando a tus conocidos y amigos si saben qué es la afasia. La mayoría te contestarán que no lo saben, que les suena la palabra pero ahora mismo no sabrían qué decirte o, en el mejor de los casos, que es algo relacionado con el lenguaje (¿un trastorno, una disfunción?). Las respuestas que obtendrás serán, por lo usual, vagas e imprecisas o claramente erradas, y este desconocimiento general no guardará necesariamente una relación con la formación académica o el nivel cultural de los encuestados.

Podemos comparar la afasia con un ladrón en la noche: puede asaltarnos por sorpresa en el momento más inesperado. Nadie puede afirmar con absoluta certeza que jamás tendrá afasia, el que hoy es afásico ayer era una persona como tú y como yo: alguien que trabajaba, que no tenía ningún problema en comunicarse con sus familiares y amigos, que podía disfrutar de la lectura de un libro y escribir sus pensamientos en un papel.

Entonces, ¿qué fue lo que pasó que dio un giro de ciento ochenta grados a su vida, de la noche a la mañana? Lo que cambió radicalmente la existencia de esta persona fue una lesión cerebral. Este daño en el cerebro pudo sobrevenir por diferentes causas, en las que iremos profundizando en posteriores artículos. Lo importante ahora es saber que la lesión afectó a alguna de las áreas del cerebro que procesan el lenguaje. La consecuencia de esto es la disfunción de la capacidad para expresarse y/o comprender el lenguaje hablado y/o escrito. Dependiendo de muchos factores, como la naturaleza de la lesión, la gravedad y extensión del daño o la rapidez de la intervención médica después del accidente, el alcance de la afasia y sus formas de manifestarse variarán, hasta el punto de que más que de afasia hay que hablar de afasias. En otras palabras, no hay dos pacientes afásicos iguales.

Otro aspecto importante es el del alcance de las secuelas, en el que intervienen los factores antes mencionados y otros como la edad del afectado, el proceso de rehabilitación, la prevención secundaria (o el conjunto de las medidas adoptadas para evitar que se repita un episodio de ictus, que es la causa del 85% de las afasias) y la propia voluntad del afásico. Así, hay casos de recuperación total frente a otros en los que las secuelas son permanentes. Por último, no hay que olvidar que la afasia puede venir acompañada por otros trastornos que harán aún más difícil tanto la vida del afásico como de las personas de su entorno familiar (por ejemplo, si la lesión afectó a otras áreas del cerebro más allá de las estrictamente relacionadas con el lenguaje).

José Moscardó

 
Cuando se perdieron las palabras Y de pronto se perdieron las palabras.
Sólo las formas y las cosas perduraban
pero había olvidado el modo de llamarlas.
Un relámpago había borrado de mi memoria
el lenguaje heredado de otros siglos
y el que descubría cotidianamente.
Tenía que reinventar el mundo que me circundaba
porque ese universo sólo estaba en la palabra.
Y recién supe que el silencio es mera pausa la que separa el ser del no ser de la existencia.

la que separa el ser del no ser de la existencia.
Porque ya no importaba descubrir la belleza
mientras no pudiera decirlo con palabras.
Y recién supe que la contemplación
es un sordo e inútil llamado a los sentidos,
que sin palabras se torna regresiva
se bloquea la inteligencia más profunda
Y que también el sentimiento, el más puro,
el más noble, necesita expresarse con palabras.

 Poema escrito por Ricardo Gaspari 
una persona con afasia recuperada en la FAA

 
 
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Me hablas con tus ojos enormes
y yo te entiendo,

pero tú quieres más,

quieres palabras
con las que abrazarme,

quieres el árbol,
la sombra,
la nube,
el viento.

Quieres tus labios abiertos,
tu nombre,
mi nombre,
y yo te entiendo.



(A mi hermano. Y a todos los que buscan las palabras
en su memoria herida). Inma Chacón

 
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Un grupo de fonoaudiólogos aseguró que con un tratamiento apropiado y oportuno "es posible la recuperación total" de una afasia (trastorno del lenguaje) luego de un ACV.
Es posible una recuperación total o moderada de la afasia, si se realiza un tratamiento integral y rápido. Así lo definieron desde el Colegio de Fonoaudiólogos de La Plata, luego del episodio registrado en un programa de la televisión nacional donde se puso en duda el grado de recuperación de la modelo Verónica Perdomo, quien superó esta patología tras un Accidente Cerebro Vascular (ACV).
Hace varias semanas, en el programa Showmatch deslizaron que la modelo y actriz nunca habría padecido esta disfunción en el lenguaje porque en la actualidad la joven casi no tiene evidencias de problemas de expresión. Este episodio provocó una fuerte polémica mediática y hasta el propio conductor del ciclo tuvo que disculparse con la participante del certamen de baile.
“Esa increíble recuperación tiene su explicación en la tarea intensa, responsable y constante de los profesionales que la atendieron, entre los que se destacan los fonoaudiólogos”, explicó Ana Uriarte, vicepresidente del Colegio de Fonoaudiólogos y especialista en este tipo de procedimientos.
“El tratamiento apropiado permite hasta la recuperación total de afasias provocadas por ACV”, precisó. Uriarte destacó que "algunos afásicos, dependiendo del tipo y severidad de la lesión, consiguen una recuperación espontánea y otros precisarán un tratamiento largo y especializado".

El trastorno
De acuerdo con las estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación, la causa más frecuente de trastornos del lenguaje es el ACV, que afecta a unos 100.000 argentinos por año. Aproximadamente la mitad de las personas que sufre un accidente cerebro vascular experimenta algún trastorno del lenguaje durante su evolución, lo que suele conllevar otros problemas como la depresión. 
Justamente la afasia es el trastorno más común y se trata de la pérdida total o parcial del lenguaje causado por una lesión cerebral. Las personas pierden la capacidad de expresión y comprensión, por lo que pueden tener dificultades para encontrar las palabras tanto para hablar como para escribir. Cuando se afectan determinadas áreas del lóbulo frontal izquierdo por un ACV suele producirse una afasia de expresión y cuando se afectan áreas del lóbulo temporal izquierdo suele producirse una afasia de comprensión.
Más allá de la afección del lenguaje, desde la Fundación Argentina de Afasia “Chalote Schwarz”, insisten en que toda persona que padece afasia no tiene trastornos mentales, y que si bien puede tener dificultades para encontrar las palabras para hablar o escribir; conserva su cultura, madurez y capacidad de comprender el mundo que lo rodea.  

El lenguaje
"Con toda esta discusión que se ha producido en torno a Verónica Perdomo, se ha olvidado que el lenguaje forma parte de la condición humana y es, quizá, uno de los atributos más importante para la vida de relación, y por lo tanto, si existe una alteración, debe ser tratada con seriedad", destacó la fonoaudióloga Uriarte y aclaró que la afasia "puede ser tan severa que dificulte de modo extremo la comunicación del paciente o ser tan leve que resulte imperceptible para la comunidad en la que la persona se desenvuelve, y aún en las formas más leves el afásico reconoce una sutil dificultad a la hora de comunicarse con su entorno". 
Dijo que una vez diagnosticada la afasia, "las posibilidades de recuperación dependerán de un buen tratamiento neurológico, pero por sobre todo de un tratamiento interdisciplinario". "A partir de que se instala el cuadro afásico el tratamiento suele ser prolongado y debiera ser lo más intensivo posible", manifestó.
La afasia es recuperable pero mientras la persona transita ese camino necesita del acompañamiento y la comprensión de la comunidad que la rodea.
 
Más info en www.fundafasia.org

DESTCADO 
La persona con afasia no tiene trastornos mentales, y que si bien puede tener dificultades para encontrar las palabras para hablar o escribir; conserva su cultura, madurez y capacidad de comprender el mundo que lo rodea.  

RECUADROS COSTADO

Trastornos Asociados     
Desde la Fundación Argentina de Afasia “Chalote Schwarz” explican que la alteración del lenguaje puede estar acompañada por distintos trastornos, por lo cual el paciente con afasia debe llevar adelante un tratamiento interdisciplinario para su recuperación. 
Entre los trastornos asociados, se describió la depresión y propensión a la risa o al llanto inmotivado (labilidad emocional); dificultades en la concentración y la atención; tendencia a la fatiga; trastornos de memoria; dificultad en la resolución de problemas y en el manejo del dinero; trastornos en el cálculo (acalculia) y en el reconocimiento de la hora; déficits en la construcción; trastornos en la copia de dibujos (apraxia); dificultades en la percepción (agnosia); desorientación témporoespacial; confusión derecha/izquierda; trastornos motores (hemiplejia o hemiparesia) y de la sensibilidad; y dificultades en el campo visual (hemianopsia), entre otros. 

Para reconocer
La persona con afasia puede presentar dificultad para encontrar las palabras al hablar o al escribir (anomias); usar una palabra por otra que es similar por su forma o su significado (parafasia); sustitución, agregado u omisión de los sonidos al hablar (parafasias) y de las letras al escribir (paragrafias); dificultad en el armado o para completar las oraciones; omisión de ciertas palabras y uso de verbos en infinitivo (agramatismo), discurso encadenado o con jerga; repetición de una forma o palabra única con distinta entonación (estereotipia); problemas para comprender lo que se le dice, especialmente cuando se cambia repentinamente de tema o se usan estructuras muy complejas; y problemas para comprender lo que lee, aún cuando logra una idea muy general. 

Causas frecuentes
La causa más frecuente de la afasia es los accidentes cerebro vasculares (ACV), que se producen por hipertensión arterial, hipercolesterolemia, ateroesclerosis, estrés, alcoholismo, tabaquismo, drogas, diabetes, etc. En segundo orden, ocasionan afasia los traumatismos de cráneo (TEC), tumores, infecciones, enfermedades degenerativas, etc. Por ello, los especialistas recomiendan trabajar tango en la prevención de cuadros de hipertensión y estrés, como en la seguridad vial.