En la intervención terapéutica para el autismo hay mil y un sistemas. Desde totalmente exóticos a los muy tradicionales. Desde los que funcionan en todo el mundo y los que solo funcionan en algunos casos. Para poder saber si un sistema es realmente eficaz o no, se realiza un estudio y se evalúa la eficacia del mismo. En este caso se ha evaluado de forma intensa la intervención para el autismo basada en el tratamiento de Cámaras Hiperbáricas y este es el resultado del estudio “Controlled Evaluation of the Effects of Hyperbaric Oxygen Therapy on the Behavior of 16 Children with Autism Spectrum Disorders” llevado a cabo por Bryan Jepson y colaboradores.

En el caso que nos ocupa, la literatura científica sobre este tema era o escasa o de baja calidad. Para disponer de un estudio serio, el equipo de investigación seleccionó a 16 participantes con Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) diagnosticado, y examinó el efecto de 40 sesiones de oxigenoterapia hiperbárica con un 24% de oxígeno a 1,3 ATM.

Antecedentes:

Este tipo de terapia se viene usando desde hace décadas en el tratamiento de personas afectadas por descompresión (Submarinistas), intoxicación por monóxido de carbono, injertos de piel, algunos tipos de lesiones cerebrales, parálisis cerebral en incluso en la esclerosis múltiple. Este tipo de intervención mejora la hipoxia, edema cerebral o mejora parcialmente el metabolismo cerebral. No obstante, en casos como parálisis cerebral, los estudios publicados hasta la fecha no presentan una mejora más allá de un puro efecto placebo.

En el caso de los TEA, hay diversos estudios que reportan que existe un menor nivel de flujo sanguíneo en algunas regiones del cerebro de estas personas. Algunos autores teorizaron sobre que este estado de hipoxia podía ser mejorado en base a la oxigenoterapia hiperbárica. A su vez, casos reportados de inflamación cerebral o del aparato digestivo se teorizaba igualmente que este tratamiento podía ser eficaz. El Dr. Dan Rossignol -a su vez padre de dos niños con autismo-presento diversas hipótesis y estudios sobre la eficacia de este tipo de intervenciones. No obstante los estudios que llevó a cabo tenían poca evidencia y fuerza, el grupo era pequeño y el sistema de control y medición poco preciso.

En el 2008, el Dr. Lerman y colaboradores realizaron un estudio sobre tres niños. Solo uno de ellos mostró mejoría en la comunicación, otro mejoró levemente sus conductas aunque estas empeoraron nuevamente tras finalizar las sesiones. Se estima que la mejora de la conducta durante las sesiones no estaba ligada a la oxigenoterapia hiperbárica en sí, sino a el cambio de rutinas y la menor presión sobre el niño.

En el 2009, Rossignol llevó a cabo un nuevo estudio con doble ciego, pero no existió un consenso sobre si los cambios apreciados se debían realmente a la intervención o a otros factores.

En el 2010, el Dr. Granpeesheh y colaboradores no pudieron tampoco demostrar que el tratamiento produjese una mejora significativa en los participantes del estudio.

En base a los antecedentes citados, el equipo de Jepson llevó a cabo un nuevo estudio, con un mayor número de participantes y un mayor rigor en todo el proceso, desde la selección de los participantes hasta el análisis posterior de los datos obtenidos.

Los criterios de inclusión para los participantes fueron los siguientes:

(a) Un diagnóstico de Trastorno del Autismo, de Trastorno Generalizado del Gesarrollo no especificado (TGD ne), o Síndrome de Asperger,

(b) entre 2 y 10 años de edad

c) ningún cambio en el régimen de tratamiento médico o régimen dietético durante 6 semanas antes del estudio,

(d) el acuerdo de médico a abstenerse de modificar los regímenes de tratamiento durante el curso del estudio.

Dos participantes fueron excluidos de la inscripción en el estudio debido a un historial de la actividad convulsiva.

De los 20 candidatos iniciales, uno de ellos dejó el estudio tras 19 sesiones debido a un incremento de las estereotipias y disminución del lenguaje. Dos más fueron excluídos por imposibilidad de asistir a todas las sesiones y uno más por no poder confirmarse el diagnóstico. La edad media de los participantes fue de 5 años y 9 meses. De los cuales 11 tenían un diagnostico de Autismo (10 varones y una fémina), 4 un diagnóstico de TGD ne (todos varones) y un varón más con Síndrome de Asperger. Todos ellos fueron previamente evaluados para poder disponer de un modelo comparativo.

Los resultados del estudio son claros: No se han encontrado beneficios significativos ni efectos positivos. Teniendo en cuenta el elevado costo y los resultados de estudios previos y los de este mismo, no podemos recomendar el tratamiento basado enoxigenoterapia hiperbárica para su intervención en los TEA.




Leave a Reply.